¿INVERTIR EN CULTURA?
Hace
falta invertir
en educación y
cultura, gastos que
no serían elevados si pensamos en el dispendio que
se hace en celebraciones efímeras, afirmaba
el antropólogo Néstor García Canclini (La Plata, Argentina, 1939).
A lo largo de la historia se observa
una tendencia de las sociedades a la conservación de su cultura,
es el proceso de socialización o culturación de sus miembros, lo cual es
función de la educación a través de la cual, a nivel social, se
adaptan los individuos a los comportamientos y exigencias de su grupo social y
también se les imprime el deseo de mejora y cambio de su propia realidad
social.
Desde el punto de vista
social la educación se produce siempre en contextos sociales
tales como familia, amigos, escuela, asociaciones, etc., que a su vez son
influidas por la cultura común de la sociedad a la que pertenecen, y es ella la
que al potenciar las relaciones e influencias entre grupos, prepara a los
individuos para comportarse como personas y desempeñar su función social. Esas
relaciones e influencias grupales generan un conjunto de valores y
conocimientos que se transmiten y que son asimilados desde una perspectiva
social.
La
cultura dinamiza la estructura social que se
transmite de unas generaciones a otras, es por ello que la socialización plena
de los individuos de una sociedad debe hacerse desde el compromiso de toda ella
de educar y culturizar a todos sus miembros. El proceso educativo es por tanto
un proceso universal inherente a toda la humanidad pero se mueve en un
determinado marco sociocultural que es el vehículo para hacer cumplir sus
funciones sociales. Las funciones sociales de la educación se dirigen a tres
dimensiones fundamentales:
1. Preservar la cultura social.
2. Desarrollar la cultura social.
3. Promover la cultura social.
La
función preservadora de
cultura de la educación, garantiza la continuidad y cohesión que permite a la
sociedad perdurar mas allá de la vida de los miembros que la conforman. La
transmisión de la cultura es condición de supervivencia de la sociedad y se
logra de una generación a otra.
La
función de desarrollo de
cultura de la educación, está en correspondencia con la formación de personas
críticas y creativas que generen nuevos conocimientos y den respuesta desde un
enfoque histórico cultural a los problemas presentes y futuros transformando y
enriqueciendo la sociedad.
La
función de promoción de cultura de la educación, complementa las de
preservar y desarrollar en tanto logra mediar entre una y la otra, haciendo que
las personas libres y creadoras que se formen, adaptadas a las normas sociales
del grupo, estén preparadas para difundir la nueva cultura que se va creando
como una nueva cualidad a lo largo del proceso educativo y permita así que las
nuevas actitudes, valores y patrones de conducta de la sociedad no la
desestabilicen, si no que la potencien y eleven a un nivel superior.
Existe
una desconexión entre arte y educación. Hay muy poca formación de públicos,
pocos programas para incorporar el arte a las escuelas. No se aprende a ser
espectador yendo una vez cada tres años a una exposición que tampoco se
publicita mucho a través de la televisión.
Suele
ser curioso lo que pasa con la cultura, pues cuando hay que hacer los
presupuestos gubernamentales, lo que menos se lleva es lo referente a este
apartado. Cuando hay que hacer recortes por la crisis económica este apartado
es de los primeros.
Varios estudios sostienen que la
cultura crea sentimientos de identidad común y de pertenencia, elementos claves
para la cohesión social. Adicionalmente, la cultura ejerce influencia en el
reconocimiento e identificación de valores comunes, factores importantes para
el establecimiento, la preservación y la práctica de la democracia (North,
1990). En esta línea, la Comisión Europea afirma que “…la cultura es un aspecto
importante de la sociedad humana y ayuda a promover la inclusión y cohesión
social, como así también la participación política…”.
Otros estudios sostienen que la
cultura, o las características culturales de una sociedad, afectan la formación
de valores y éstos el grado de felicidad de las personas.
Por su parte, la UNESCO sostiene que
“la diversidad cultural es una fuerza para el desarrollo, no sólo respecto al
crecimiento económico, sino también como medio para una vida intelectual,
emocional, moral y espiritual más plena”, y que la “diversidad cultural es un
activo indispensable para la reducción de la pobreza y el desarrollo
sostenido”, con lo que “contribuyendo a la reducción de la pobreza, la cultura
ofrece importantes beneficios en términos de cohesión social”.