“El arte no es un espejo para reflejar
el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”,
advertía el poeta y dramaturgo Vladimir Maiakovski a comienzos del siglo
pasado. Lejos de aceptar la función provocadora del arte a la que hacía alusión
el artista ruso, la sociedad actual cuenta con una la larga lista de creaciones
que han caído en las redes de la censura. Un veto que, aunque
siempre ha existido, se ha intensificado en los últimos tiempos, por lo que cabe
plantearse si el arte también está volviendo a los tiempos del famoso
Torquemada.
Las
nuevas tentativas, algunas de ellas ejecutadas, de eliminar y excluir del dominio
público obras de artistas en España, chocan con las leyes vigentes sobre la materia,
recogidas en la Constitución, que en su artículo 20 salvaguarda los derechos de
los ciudadanos a expresar, publicar y exponer libremente sus ideas y opiniones
y plasmarlas en sus creaciones artísticas. No obstante no hay que obviar que
estos derechos puedan entrar en ocasiones con una incompatibilidad de otros,
como el del honor, la apología al odio o el terrorismo, o bien con el rechazo
que una obra concreta pueda producir en algunos sectores de la sociedad.
En 1994, el artista Antoni Muntadas puso en marcha http://www.thefileroom.org/documents/dyn/TFRsearch.cfm,
una plataforma online que inscribe todos los casos de censura en el mundo del
arte. Están organizados por motivos sexuales, de lenguaje, religiosos,
políticos, económicos o sociales pero, con la cantidad y la gravedad de los
casos de censura, veto, destrucción y coacción al arte, sus archivos se
desbordan.
La censura en el arte ha existido siempre y por
desgracia seguirá existiendo.
Pero resulta difícil de comprender como en pleno 2.018
se pueden seguir dando tantos casos de censura en el arte, sobre todo en obras
de arte en las que no se da el mal gusto, que pueda causar repulsa a los espectadores.
Vemos por ejemplo si ese mal gusto se da en temas que
afectan a la religión católica no pasa nada e incluso son motivos más de
libertad de expresión sino de mofa, en el lado de temas musulmanes nadie se
atreve porque su vida corre peligro.
Es decir ni lo uno ni lo otro.
Los desnudos siempre han sido objeto de censuras.
Desde aquel Papa que ordenó vestir los desnudos de Miguel Angel. Algunos artistas como
Tiziano, autor de La Venus de Urbino, se vieron obligados a recurrir a la
temática mitológica y religiosa para evitar la censura. Todo esto hasta lo que hoy mismo sucede cuando no te dejan exponer un
desnudo en un hotel.
Y es que nadie se ha preguntado ¿cómo venimos al
mundo?.
Cuando vemos en televisión a cada momento desnudos,
sexo, violencia,… ¿qué daño puede exponer un bello desnudo en un hotel?. O es que
las televisiones de las habitaciones están también controladas y cuando emiten
una película con algún desnudo, en ese momento se apaga el televisor.
Las obras de desnudos que se exponen en museos o
palacios en los que hay miles de visitantes, ¿acaso se censuran? ¿O se advierte
a los visitantes de que se incluyen obras con desnudos?.
Pero como la estupidez humana es un virus incurable y
para el que no existe ninguna vacuna, quiero exponer públicamente la censura
incomprensible que ejerce una señorita que está al cargo de la sección de
exposiciones de una conocida cadena hotelera española.
Pues por si fuera poca la censura que se viene
ejerciendo sobre el arte, esta persona quiere ser el no va más.
Según indica la cadena de hoteles para no herir
sensibilidades de sus huéspedes, no deja exponer pinturas con temas de
desnudos, religiosos o políticos.
Pero ella va más allá de lo que sus superiores la han
indicado y se la ocurre también que las obras expuestas deben ir en consonancia
con la decoración y la modernidad de los hoteles.
Por eso el rostro de una mujer de cualquier edad, de
un niño, cualquier figura humana, no se puede exponer. Según indica la
responsable de estas exposiciones en los hoteles, se trata de que no chirríen
con la línea estética del hotel.
Y nos viene a decir también que se hace muy raro que en un
espacio público donde pasa tanta gente, estar viendo caras de gente colgadas en
la pared. Claro siempre y cuando no sean caras de personajes conocidos, entonces ya no se hace raro. Insiste en
que no es estético, no es lo mismo que tenerlos en casa. Y que no tiene nada
que ver con que sea buen artista el autor/a.
Nos continúa explicando que los hoteles no son
galerías de arte, centros culturales ni espacios dedicados exclusivamente al
arte. Son lugares donde millones de personas de diversas culturas conviven
pagando por una estancia agradable. Y claro por esta razón no se puede exponer
la cara de un niño o la de una bella mujer. Porque igual la exposición de esas
obras no resultan agradables a los huéspedes de un hotel.
Luego está la prohibición de las obras donde se
representan marcas, como por ejemplo las de Coca Cola, porque no quieren hacer
publicidad de marcas, salvo que sean marcas de lujo, entonces ya no existe impedimento por su parte.
Pensar
que a Coca Cola se le va a hacer publicidad en un cuadro expuesto en un hotel,
es como pensar que la tierra es cuadrada o que los burros vuelan.
¿Qué diferencia hay entre Coca Cola, Banco de Santander,
Metrópolis o Rolex?. Si no quieres hacer publicidad no puedes excluir unas
marcas y otras no. Por esto temas urbanos no se pueden exponer, porque el que
pinta la Gran Vía de Madrid va a poner en su obra alguna de las marcas que
están en dicha vía madrileña.
Obras de las famosas zapatillas Converse o de la lata
de Campbell, ¿cuantas veces se han pintado? . ¿A estas alturas, a esas marcas les
vas a hacer publicidad?.
A alguien como yo, le resultan incompresibles todas
estas exenciones y como he intentado deliberar y hacer ver las posiciones más
comprensibles sobre que cuando expones arte no debes excluir marcas, ni
niños, ni rostros ni nada de lo que esta persona excluye, pues la solución ha
sido que yo no exponga en sus hoteles. Porque para esta persona mis argumentos
y mis protestas por sus censuras, la resultan bochornosas y no las tolera.
No solo Facebook se encarga de la censura del arte,
también hay personas que no son capaces de diferenciar una pintura de una
cortina. Ni de lo que es arte y de lo que es decoración.
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